Como cada día al caer la tarde, Susana abre un pequeño armario situado en la esquina de su habitación, donde guarda todo lo que necesita para dejar de ser ella, y convertirse en "la otra".
En esa que cada noche espera a su presa, utilizando su cuerpo para seducir. En esa que despierta todas las miradas masculinas y hace que se escape algún suspiro de deseo, convertido en un piropo de carretera.
Minifalda de vértigo que deja al descubierto sus largas piernas, curtidas por muchas horas de gimnasio, donde pasa gran parte de su tiempo libre. Sabe que son su arma de seducción más potente, por lo que trata de cuidarlas tanto como puede. Un escote que le llega casi hasta el ombligo, trata de resaltar sus pechos, que aunque no son tan voluminosos como le gustaría, están muy bien formados, sin que la fuerza de la gravedad haya hecho aún mella en ellos.
La competencia en su ámbito laboral es cada vez más grande y desleal, y la edad no perdona. Así que a sus casi 35 años, aunque no los aparente, no puede bajar la guardia, en una profesión donde ellos, las prefieren cada vez más jóvenes.
En su mundo nocturno, el peligro acecha en cada esquina, y Susana no termina de acostumbrarse al olor y a los gustos íntimos de ciertos clientes, pero se consuela pensando que ya queda menos para dejar esta profesión, en la que ha vivido todo tipo de sin sabores, pero que le ha reportado no sólo su sustento diario, sino también el dinero suficiente para poder costearse sus estudios universitarios y su tesis doctoral, sin necesidad de depender de su familia, quienes piensan que trabaja de camarera a tiempo parcial en una cafetería.
Durante todo este tiempo, Susana ha conocido historias de todo tipo, no sólo entre la gran variedad de "amantes" que han explorado su cuerpo, sino entre algunas de las "compañeras "con las que ha compartido largas horas de espera en alguna callejuela mal iluminada y algún que otro café de madrugada.
La mayoría de ellas, extranjeras, chicas sin estudios, adictas a cualquier sustancia que les permita evadirse de su cruda realidad. Otras simplemente, mujeres castigadas duramente por la vida, que no han encontrado mejor salida para pagar el alquiler y alimentar a unos hijos "huérfanos de padre", que buscarse la vida en las calles frías y oscuras de la ciudad, mal vendiendo su cuerpo al primer transeúnte con ganas de "sentirse querido".
Susana, a pesar de todo, se siente afortunada, porque la noche no ha podido arrebatarle sus sueños e ilusiones de ser alguien en la vida. Tiene la suerte de no haber caído en las garras de ningún mal nacido, y además, su único vicio, es algún que otro cigarrillo para calmar la fatiga cuando su estómago le recuerda que lleva horas sin comer.
No se siente orgullosa de los años que ha invertido convirtiéndose en "La Susi", pero quiere pensar que el fin justifica los medios, y que algún día, cuando sea una profesional de prestigio, podrá decir que cualquier esfuerzo mereció la pena.
Esta noche, está dispuesta a trabajar más horas de las acostumbradas, para tratar de conseguir en una sola jornada, el dinero que le reportarían varias noches en la calle. Su examen final está demasiado cerca y necesita unos días de descanso, para centrar toda su atención en la materia, y poder culminar con éxito todos los esfuerzos realizados en los últimos años de su vida, para alcanzar ese sueño a nivel profesional.
Esta noche no se permitirá el lujo de elegir a sus amantes, aunque mantener ese lujo cada vez resulta más complicado. La crisis también afecta a su sector, aunque la mayoría siga sin privarse de algunos tipos de placeres.
Esta noche simplemente, será ella la elegida. Así que subida en unos tacones de vértigo, y un maquillaje perfecto, sin ser excesivamente llamativo, se dispone a salir a la calle convertida en "La Susi", para dejarse encontrar por todo aquel que quiera sentirse el hombre más importante del mundo, durante un revolcón improvisado, en cualquier rincón lo suficientemente discreto como para culminar con éxito el "trabajo" de quererse.
Ensaya frente al espejo que hay justo al lado de la puerta de su apartamento, la mejor de sus sonrisas y su mirada más sensual. Hoy será la reina de la noche, y de nuevo, hará que cada uno de sus amantes la desee ávido de placer, tratando de que cada revolcón llegue a su final lo antes posible. Así ganará tiempo entre cliente y cliente, lo que le reportará mayores beneficios. económicos.
Les hará creer que son unos amantes perfectos, y ganarán seguridad en sí mismos, sintiéndose orgullosos de hacer "disfrutar" a una mujer como ella.
¡Ignorantes y presumidos!. Se creerán "más machos" que de costumbre y con una sonrisa entre los labios se irán a casa, donde quizás, una fiel esposa esté esperando ansiosa su regreso.
Ella continuará su ronda nocturna, esperando al próximo hombre que desee robarle unas caricias a su cuerpo. Fingirá sensaciones inexistentes, que llenarán un poco más su cartera y vaciarán un poco más su alma. Pero ya está acostumbrada, se sabe de memoria el guión.
En eso consiste el juego. Ellos se sentirán más hombres aunque tengan que pagar por ello, y ella, simplemente engrosará su cuenta corriente para costearse el comienzo de su final como "La Susi", para llegar a ser Dª Susana. Una mujer envidiada y respetada, quizás por los mismos que esta noche se sentirán superiores encima de su cuerpo.
Cuando llegue ese momento, brindará por todos aquellos que se creyeron importantes en sus brazos, sin pensar ni un sólo instante, que sólo fueron uno más, en su larga lista de "indeseables", que acudían a su encuentro para robar un abrazo, un aliento...
Todos aquellos que vaciaron un pedazo de su alma, pero que nunca llenaron ni un milímetro de su corazón.
¡Empieza el juego!