martes, 5 de julio de 2016

Sobrevivir no es vivir

"Tras estar al borde del abismo, superé el miedo a volar".
Con esta frase con la que me siento plenamente identificada, vuelvo a asomarme a esta ventana que tantas veces me causó vértigo. Otras, en cambio, me ha servido para contemplar un nuevo horizonte y respirar aire fresco.
Hace poco escuché otra frase reveladora, de esas que apunto en el primer papel que encuentro, para llevarla conmigo siempre. "Si consigues sobrevivir, que sea para vivir".
Vivir implica tantas cosas simples que nos empeñamos en complicar, que acabamos por olvidarnos de vivir y nos pasamos casi toda la vida tratando de sobrevivir.
Reconozco que durante mucho tiempo me he sentido una auténtica superviviente. Admito que me he conformado con serlo e incluso me he sentido orgullosa de ello. Hoy, unos años después, llego a la conclusión de que no podemos ni debemos dedicar nuestra vida a sobrevivir por muy difíciles que sean las cosas, sino a buscar cada día razones para sentirnos vivos.
"Se nos va la vida sin darnos cuenta, de lo ocupados que estamos esperando a vivir".
A partir de hoy me propongo vivir más y sobrevivir menos.
Convivir con mis carencias tratando de encontrar el lado positivo, en lugar de lamentarme.
Conversar con mis fantasmas mirándolos de frente, sin miedo, en lugar de cerrar los ojos.
Aprovechar la mitad vacía de mi cama para dormir a pierna suelta, en lugar de extrañar compañía.
Sonreír cada día pensando que quizás alguien ha sido feliz con mi sonrisa.
Disfrutar intensamente de los pequeños momentos de la vida que te hacen sentir viva. De esos instantes cuyo valor es incalculable por el simple hecho de que no se pueden comprar.
Quiero vivir sobreviviendo a todas las adversidades que me encuentre,  pero no sentirme una simple superviviente de mi propia vida.
No quiero conformarme con lo que no me haga feliz, con aquello que no me sume, con cualquier cosa que no me aporte algo bueno o bonito. 
La vida está llena de obstáculos que hay que superar, pero no de obstáculos con los que convivir.
Sobreviviré a todo lo que se me ponga por delante pero sin dejar de vivir.

miércoles, 23 de marzo de 2016

Tu ausencia duele.

Me castigas con un silencio ensordecedor, de esos que penetran en el alma y me pregunto por qué.
No sé qué hice mal, ni en qué  momento te fallé para que tomaras la decisión de alejarte, de poner más que una distancia física a lo que hoy por hoy nos separa.
Me gustaría mucho escuchar una sencilla explicación, sin pretender que me convenzas de que has tomado la decisión correcta, ni tratar de convencerte de que te equivocas.
El saber que estás tan lejos habiéndote tenido tan cerca, DUELE.
Duele tu ausencia en mis noches de insomnio.
Duele no tenerte a mi lado para espantar mis fantasmas.
Me duele extrañar tantas horas de charlas compartiendo risas, angustias y confidencias. Los secretos que contigo estaban a salvo y aquellos abrazos que aligeraban mi pena.
Fuiste mi tabla salvavidas en muchas noches de tormenta. MI MEJOR AMIGO, mi confidente, casi mi alma gemela. Éramos casi todo, aún sin ser pareja (paradojas de la vida, que es así de puñetera)
Quizás no supe estar a la altura de lo que esperabas o fui incapaz de corresponder como merecías a tanta dedicación. Desconozco los motivos por los que ya no formo parte de tu vida, y eso añade más dolor al extrañarte.
Una vez más quiero que sepas que me haces falta. Te echo tanto de menos que tu ausencia araña mi alma.
Espero que leas estas líneas y que no te quepa la menor duda de lo importante que has sido para mi. Pero sobre todo de lo importante que me gustaría que siguieras siendo. Sin reproches, sin preguntas...
Cuánto me gustaría que sonara el teléfono y ver tu nombre en la pantalla para charlar como si no hubiera pasado el tiempo.
Ahora que no te tengo, daría cualquier cosa por que me invitaras a dar un largo paseo por la playa, tomar un café y ponernos al día de todo lo que nos ha sucedido. Aún nos  debemos una vuelta a la isla, ¿lo recuerdas?
Sé que tu vida ya no es la misma, la mía también ha cambiado, y que probablemente el amor que llamó a tu puerta hace unos meses se haya instalado para quedarse. No te imaginas cuánto me alegraría saber que eres feliz, que por fin se quedaron atrás todas tus penas y que has encontrado a la persona que te complementa como mereces.
Quizás algún día pueda compartir con ella, lo importante que eres para mi. Quién sabe si algún día podemos pedir pizza para cuatro.
J. J, permíteme usar las iniciales de tu nombre, para que no te quepa la menor duda de que este post lleva impregnado tu olor, tu sonrisa y tu mirada serena.
En estas líneas también guardo los muchos momentos compartidos, pero sobre todo,  lo mucho que te echo de menos. 
Siempre serás parte de mi vida.
Gracias por todo lo que me diste.
Te quiero mucho AMIGO.

viernes, 22 de enero de 2016

Regreso...

Podría inventar mil excusas para justificar un año de ausencia porque no hay una razón concreta ni única, que avale mi desaparición bloguera.
Supongo que apartarme de mis propias letras, esas que hablan de mi en lo más íntimo, formaba parte de mi proceso de cambio interior.
Lo cierto es que este último año ha sido distinto a lo que venía siendo mi vida. Un año intenso en lo laboral con algún que otro punto y final pero también con algún punto y seguido. En cualquier caso, un nuevo aprendizaje profesional en un sector completamente desconocido para mi. 
Un año da para acumular muchas experiencias distintas, conocer gente, desconocer a otra tanta,  cambiar muchas veces de parecer, visitar infinidad de lugares, pero sobre todo para re-inventarte, como mínimo en 365 ocasiones.
Hace tiempo escribí que a veces las respuestas a preguntas que llevas mucho tiempo formulándote, llegan en el instante más inesperado y casi por casualidad, sin esperarlo. Hoy sé por qué regreso a este lugar, por qué justo hoy mis dedos vuelven a acariciar el teclado, por qué hoy y no ayer o mañana, tengo ganas de reaparecer y comenzar de nuevo a dibujar historias con palabras.
Lo mío casi siempre ha sido hablar del amor y del desamor a través de experiencias personales o muy cercanas. En ese terreno, mi corazón está tranquilo, sin sobresaltos. Sólo me dejo llevar por el momento, sin enamoramientos que idealicen a la otra parte como me ha sucedido a lo largo de mi vida. Ahora sé perfectamente que no necesito a nadie para completarme porque soy un todo, y que siempre encontraré a personas que me complementen sin que tengan que ser "a priori", el amor de mi vida.
Ya sé que habrá quienes no comprendan muy bien esto último, especialmente viniendo de una romántica como yo, que siempre ha defendido el amor por encima de todo. Pero claro, la vida te va enseñando que lo importante es vivir intensamente los momentos que tocan, porque desde el instante que comienzas a planificar una vida junto a alguien, dejas de vivir el ahora. Pasamos demasiado tiempo distraidos pensando en si la persona que hoy nos llena, será la adecuada dentro de unos años. Esto suele conducirnos al fracaso más rotundo sin permitirnos disfrutar plenamente de quién hoy nos coge la mano. 
¿Qué importa si mañana al despertar ya no lo vemos con los mismos ojos?, lo que cuenta es con los ojos que miramos hoy, lo que sentimos hoy, lo que se nos remueve por dentro hoy. Mañana será otro cantar, como dicen los abuelos.
En cualquier caso no es el amor ni el desamor  por lo que quiero volver a escribir. No es una tercera persona quien motiva mis letras, ni un problema concreto. Regreso porque me llena de satisfacción saber que hay personas que aún sin conocerme, me extrañan. 
Regreso porque hay alguien, no sé su nombre ni el lugar desde el que me lee, que me ha emocionado haciéndome saber que mis palabras han sido su consuelo ante el desánimo. Alguien que ha encontrado en mis retales el oasis en el que calmar su sed, así como el rincón en el que se ha visto reflejada o reflejado, cuando el amor ha tocado su puerta (o mejor dicho, su corazón).
No sé quién eres, pero soy yo la que te estoy agradecida por devolverme las ganas de seguir aporreando el teclado de mi ya obsoleto portátil, con algunas letras tan desgastadas que apenas se vislumbran.

Gracias por hacerme sentir importante, por hacerme partícipe de algunos momentos de tu vida pero sobre todo por ser cómplice de otros tantos de la mía.
Gracias también al resto de personas que siguen visitando el blog aún sin hacer actualizaciones
(ahí están las estadísticas que guardo para mi).